Cuando se les pide que describan el futuro del trabajo, uno de cada tres empleados dice que se trata de la equidad. Esperan que las empresas pasen de limitarse a ofrecer prestaciones a ser socios activos en los resultados de salud y riqueza de las personas, como garantizar el acceso a una asistencia sanitaria de alta calidad (donde todavía hoy existen lagunas, sobre todo en los mercados emergentes), disponer de un plan de contingencia para quienes atraviesan una crisis financiera o ayudar a cerrar los déficits de las pensiones.
El enfoque en los resultados amplía el debate para incluir los determinantes sociales de la salud. Estos factores no médicos suelen estar relacionados con las necesidades insatisfechas, los aspectos del entorno vital y laboral de una persona que causan estrés o mala salud, como las deudas, la falta de ahorros, el acceso precario a la atención sanitaria o el cuidado limitado de niños o ancianos, así como necesidades básicas como la vivienda, la alimentación y el transporte. Abordar las necesidades de la persona en su totalidad es crucial para impulsar los resultados sanitarios en las diversas poblaciones que componen la plantilla, y demuestra que la empresa se preocupa de verdad.